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Había creado un camino alternativo y, con ello,
una vía de escape a aquel mundo de oscuridad y tinieblas. Una vía de escape en
forma de sendero que, sorprendentemente, le devolvió al principio del camino.
Al principio de todo. Renació. Pero no renació completamente, pues sus oscuros
y terroríficos recuerdos le acompañaban aún fruto de todo lo vivido.
Experiencia lo llaman. Había acumulado una experiencia que no es posible
conseguirla de otra forma que habiéndose equivocado de camino. Miró a su
derecha. Allí se encontraba aquel camino que tomó una vez y del cual aún seguía
acordándose. Lucía pletórico. Lo colmaban los rayos del sol que jugueteaban con
las ondas de un pequeño riachuelo que por allí paseaba.
—Vaya... no todo
lo que aparenta ser bonito acaba siendo lo más bueno... —pensó.
Cabizbajo, se
sentó a un lado de aquel camino que se bifurcaba en tantos que era casi
imposible contabilizarlos.
—Creo... creo que he estado perdiendo el
tiempo. He sido imbécil. —se decía para sí, suspirando.
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